Ha sido una de las pocas veces que, públicamente, me he dirigido así a una persona. No pretendo, ni mucho menos, justificarme. Asumo esta frase gorda pronunciada en la cafetería de un edificio público.

Vino a cuento de la crisis y del último plan de ajuste presentado por Zapatero que, como ya sabe todo el mundo, congela las pensiones, impide la inversión pública necesaria para infraestructuras o equipamientos, retrasa la Ley de Dependencia, reduce el importe de la cooperación española con los países necesitados, recorta el gasto público a costa de empeorar los servicios públicos y reduce el salario a los trabajadores y trabajadoras de la función pública.

Este era el tema sobre el que, en la cafetería aludida y mientras tomaba el café matutino, estaban hablando un ordenanza y un trabajador de una de las contratas  que, gracias a la privatización, atiende el mantenimiento del edificio.

El compañero del mono se reía del ordenanza: ¡¡ Ya era hora de que te metieran mano y las pasaras un poco más putas ¡¡. El compañero ordenanza le contestaba: ¡¡Riéte que yo me reiré el lunes cuando te apliquen el decretazo de la reforma laboral y te jodan un poco más¡¡.

No pude evitarlo y, olvidando que soy diputado, me sentí el trabajador que soy, me volví y les pregunté a gritos : ¿Cómo se puede ser tan gilipollas?.

Me pareció un despropósito que, con la que está cayendo, hayan conseguido que la clase trabajadora, en vez de montar una gorda, se dedique a alegrarse de las miserias de cada uno porque, lo jodido del caso es que hablaban en serio. No expresaban el cabreo con quienes les han llevado a esa situación, no, no. Estaban, en definitiva, asumiendo que hay que meter la mano a los salarios, a los servicios públicos y a los derechos laborales.

Mientras la banca sigue tan tranquila con los millones y millones que le hemos regalado, los ricos no pagan ni clavo, la Iglesia no sufre recortes, ni la casa real, pensamos en pagar 600.000 € a nuestros futbolistas….

Hay otras salidas de la crisis, pero hay que convencer a la gente de que es posible hacer las cosas sin acabar jodiendo a los de siempre. Por eso hay que movilizarse para defender lo nuestro, para hacer que la paguen los que la han provocado y para conseguir que deje de haber gilipollas entre los de siempre.