Siempre había pensado que unos presupuestos, y más si son los Generales del Estado, debían ser una propuesta, un compromiso si se quiere, referido al programa y actuaciones que, quien los presenta, pretende realizar.

Lo lógico, hasta ahora, había sido que la Ley de Presupuestos Generales, la más importante de cada año, establecieran la hoja de ruta a seguir, tanto en lo económico, como en lo político.

Establecían prioridades, proponían inversiones en infraestructuras, carreteras, puertos, embalses, ferrocarriles, sanidad, educación, servicios sociales, ley de dependencia, apuestas tecnológicas para la investigación y el desarrollo,… En este año, además, que tanto y tanto se ha y hemos hablado del necesario cambio de modelo de productivo, parecía que las cuentas del estado debían tener partidas suficientes para que ese nuevo modelo productivo pase a ser una realidad en vez de una vaga promesa. Pues no.

Todo eso falta en los presupuestos que acaba de presentar la Ministra Salgado para el próximo año 2011. El único objetivo claro que aparece en ellos, y por consiguiente parece ser que es el único compromiso de Rodríguez Zapatero es el de recortar. La única meta a conseguir es la reducción del déficit y para eso no duda en recortar hasta lo que prometió no tocar. Sufren los servicios públicos, sufren la educación, y la sanidad, y la Ley de Dependencia, y no habrá empleo público. Sufren, en definitiva, quienes ya están pagando la crisis.

Eso sí, Rodríguez Zapatero se ganará unas palmaditas en la espalda de Bruselas y recibirá felicitaciones del Fondo Monetario Internacional.

¿Se habrá enterado que miles y miles de trabajadores le hicieron una huelga el miércoles pasado?.

Zaragoza, 29 de Septiembre