Yo no estoy muy de acuerdo con este dicho tan popular. Quizá porque soy manifiestamente ateo y no creo en la existencia de dios o diosa alguno o alguna.
Pienso, más bien, sobre todo en los tiempos borrascosos que nos toca vivir, que a indeseables, fascistas, racistas, machistas, xenófobos… los creamos nosotros y nosotras y luego, como son de la misma calaña, se juntan.
Ya ven. Esa salvajada monstruosa, que lanza ese fantoche que se sienta en el despacho oval, le parece maravillosa a Netanyahu. Le parece bien a todo el universo del facherío, incluido el patrio.
Pero claro, a Trump, a Netanyahu, a Orban, a Meloni, a Milei, a Abascal, a Le Pen,... les vota la gente y, como ya pasó con Hitler, son los votos de la ciudadanía los que les llevan a los centros de poder y les dan las herramientas para aplicar sus teorías y doctrinas fascistas.
Hay mucha gente, demasiada según dicen las encuestas, que aplaude y comparte el machismo, el odio, el rencor, el autoritarismo… que quiere echar a los/as inmigrantes, encerrar a quienes definen como vagos y maleantes, reeducar a las personas LGTBI y fusilar a los/as rojos/as que aún quedamos por ahí.
Hay también, mucha gente, demasiada gracias al individualismo en el que nos ha metido el neoliberalismo salvaje, que se calla, que no opina, que no dice nada. De hecho, ante una burrada como esta, la reacción internacional no es tajante. En muchas declaraciones públicas de dirigentes se hace una tímida y comedida condena de lo que, sin ningún paño caliente, es una indecente salvajada.
Así que a toda esta tropa indecente, inmoral, abiertamente fascista, les parece normal que EEUU coja el control de Gaza, expulse forzadamente a los que han sobrevivido al genocidio y convierta la zona de Gaza en «la Riviera de Oriente Medio».
Luego pasa lo que pasa.
Recuerden aquello de «Primero vinieron por los socialistas, y guardé silencio porque no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas, y no hablé porque no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos, y no dije nada porque no era judío.
Luego vinieron por mí, y para entonces ya no quedaba nadie que hablara en mi nombre».
Realmente, con esta cita, Niemoller critica la complicidad de la ciudadanía alemana porque, con su silencio, fueron cómplices del nazismo.
Aquí, ya se que el franquismo hizo estragos, pero también se, porque lo he vivido, que mucha gente estuvo de acuerdo con el régimen y mucha otra también miró de lado porque, como no eran «rojos/as», pensaban que la cosa no iba con ellos y ellas.
Ya lo ven, tenemos como tercera fuerza política, y subiendo, a quienes sienten nostalgia del franquismo y aplauden esa locura sinvergüenza de echar a los/as palestinos/as de su tierra.
Claro, luego ven normal echar a las gentes de sus casas para poner pisos turísticos, por ejemplo.
