Soy el Coordinador General de I.U.Aragón y diputado en Cortes. El próximo martes se constituyen Las Cortes y debo tomar posesión de mi cargo. Los servicios de seguridad de Las Cortes me han avisado de que debo entrar protegido por la policía.

 

¡¡Que vueltas da la vida¡¡. Desde los años 70, en plena dictadura, en la transición y, ya en la democracia, he estado enfrente de la policía. En las huelgas, en los piquetes, en las movilizaciones contra la OTAN, reclamando derechos para inmigrantes, homosexuales, pidiendo el aborto libre, reclamando empleo y vivienda digna, defendiendo la escuela pública,…Siempre, siempre, he debido tener cuidado con la policía. Ahora me debe proteger para cumplir el mandato que en unas elecciones democráticas me ha dado la ciudadanía.

 

Soy de las personas que esperan que el Movimiento 15-M, surgido de movilizaciones como las de Democracia Real o Juventud sin futuro, ayude a conseguir un modelo social y político diferente del que tenemos. Yo, junto a muchos compañeros y compañeras, lo llevamos intentando desde siempre. Desde la noche negra de la dictadura fascista, desde nuestra militancia en la clandestinidad, desde la transición, desde nuestro compromiso internacionalista y solidario seguimos trabajando por una alternativa transformadora al capitalismo salvaje.

 

Me alegra, y anima, ver que desde las acampadas y desde las asambleas se está consiguiendo recuperar el debate social y político, se están abriendo espacios para la propuesta y contribuyendo a generar ilusión por transformar una realidad que, hasta ahora, siempre se ha presentado como incuestionable. Todos y todas hemos podido ver asambleas donde se han debatido desde las reivindicaciones a largo plazo hasta la forma de organización más inmediata. Hemos visto que, pese a las prohibiciones (Izquierda Unida recurrió el auto de la Junta Electoral que pedía el desalojo de las acampadas) en algunos lugares, la ciudadanía sigue demostrando su voluntad de actuación colectiva. Me reconozco en la movilización ciudadana

 

Movilización diferente a las que viví en los años 70. Yo tenía 20 años y había que conquistar la democracia. Pedíamos democracia y libertad soñando que con ellas vendrían los derechos. Es verdad que se consiguió una democracia imperfecta, algunos derechos y algo de libertad. Por eso seguimos pidiendo, como vosotros y vosotras, más democracia, más libertad y más derechos.

 

Supe, en aquellos años, que la democracia hay que ganarla. Ahora se que hay que mantenerla y defenderla. No hay más que ver lo que está pasando con los derechos y libertades (pocos ciertamente) que tanta lucha costó conseguir. Con la excusa de la crisis, nos los están robando.

 

Lo se porque avanza el populismo, porque se ataca indiscriminadamente a la clase política (es verdad que en ella hay gente con muy poca clase), lo se porque se deslegitiman las instituciones democráticas, lo se porque a mí me llaman corrupto y sinvergüenza por la calle. Lo se porque han convertido el empleo estable y con derechos en un privilegio, porque la gente aplaude hasta con las orejas cuando rebajan el salario a los empleados públicos.

 

Lo se, también, cuando veo como desde la derecha, con el apoyo de algunos medios de comunicación, se quiere deslegitimar vuestro movimiento argumentando, que sois violentos, que es «una moda» y que no teneis propuestas. Las propuestas de la derecha, y de los medios de comunicación que las jalean, ya las conocemos: continuar degradando el Estado Social recortando derechos y aumentando el paro.

 

Pero me anima mucho ver como se está demostrando día a día, debate a debate, que se puede hacer política ciudadana, que se tienen propuestas, que se tienen alternativas, que la ciudadanía, cuando se abre la puerta, participa. Las gentes de Izquierda Unida lo sabemos, lo queremos. Nuestro propio proceso de elaboración colectiva, nuestro proceso abierto de Refundación, nuestra convocatoria social para un nuevo programa, son propuestas para la construcción de una alternativa que mejore la vida democrática. Son, por ello, coincidentes con muchos de los objetivos que propone el Movimiento 15-M. Hablamos, igual que vosotros y vosotras, de democracia verdadera y participativa, de cambiar la ley electoral, del empleo y la vivienda digna, de la regeración democrática, de que la ciudadanía participe y por eso nos hemos comprometido a ser la voz de la gente, la voz de la calle, la puerta abierta para que la ciudadanía entre en las instituciones.

 

Me produce desazón ver actos violentos. Recuerdo mi lucha por poder votar para elegir a quien me representa y me preocupa que se incite a no votar. El no votar es un grave error. En la defensa de la democracia no caben concesiones y no votar es dejar que gane el contrario. Vuestro contrario, mi contrario es la derecha que lleva a votar hasta a las monjas de clausura. Vuestro contrario, mi contrario, es muy potente. Tiene el poder económico y mediático.

No votar, con argumentos del tipo «son todos iguales» me parece profundamente injusto. Es la negación absoluta de la democracia y la justificación que siempre ha utilizado el totalitarismo para imponer regímenes burocráticos y nada democráticos. Es obviar que algunos partidos estamos marginados por la injusta ley electoral, pero también por los medios de comunicación y por las estructuras del poder económico y financiero.

 

Es cierto, así lo venimos denunciando, que nuestro sistema democrático es muy poco representativo. No puede ser que la tercera fuerza política del país tenga sólo dos representantes de entre los 350 que forman el Congreso. Hay que cambiar el sistema electoral. Pero hay que cambiar muchas más cosas. El modelo económico y productivo, la separación de poderes, el sistema fiscal,…. son muchas las carencias que tiene nuestro sistema. Por eso digo que la democracia, la de verdad, hay que seguir peleándola día a día.

 

En ese camino podemos confluir. Por eso os agradezco la movilización. Por eso no digo, ni siquiera lo pienso, que todas las gentes que están, que estais, que estamos en las plazas y asambleas son, sois, somos, iguales. Por eso me preocupa y me molesta ver actos violentos. Me indigna profundamente ver que mi compañero Cayo Lara es agredido, insultado y zarandeado cuando estaba haciendo lo que siempre ha hecho: Defender a los más débiles. En este caso, además, después de haber pedido permiso para ir a la movilización. ¿Quien me iba a decir a mí, que siempre me he movilizado, que siempre, incluso en la dictadura, he ido a donde he querido, que ahora tendría que pedir permiso para manifestarme porque hay una minoría intransigente que me acusa de oportunista?.

 

Me desconcierta ver las instituciones democráticas y los cargos públicos protegidos por la policía. La poca democracia que tenemos costó mucho conseguirla y no me gusta que dependa de protección policial.

 

No dejemos escapar esta nueva oportunidad. No dejemos que caiga el sectarismo entre nosotros y nosotras. Construyamos, entre todos y todas, una alternativa. Pero no se construye nada con insultos indiscriminados y con violencia. Se construye con diálogo y propuesta.