Es muy recurrente. Todos los días oímos llamadas al consenso, al acuerdo. Se argumenta la necesidad de acordar y se trata de «criminalizar» a quienes lo «dificultan» o, simplemente, no entran en el juego.
El argumento fácil, simplón me atrevo a decir, lo sirven los resultados electorales que han dejado claro que no hay nadie capaz de gobernar si no hay acuerdos. A partir de aquí se construye, lo dice hasta Rajoy, esa «necesidad» del acuerdo al que hay que llegar «por responsabilidad».
¿Para qué nos piden responsabilidad?, ¿para qué el consenso y acuerdo?
La realidad dice, aunque se empeñen en tratar de convencer de otra cosa, que el país, sigue sufriendo una dura crisis económica que afecta, especialmente, a la ciudadanía, a las clases populares. También hay una crisis política que afecta, especialmente, a las organización políticas de la izquierda.
Sólo esta situación de crisis que incide, también, en la política, puede explicar que, a pesar de las movilizaciones, a pesar de las denuncias sobre corrupción, a pesar de las medidas represoras como la Ley mordaza y a pesar de todas las amarguras y sin sabores que el PP ha causado a las clases populares, sea el ganador de las elecciones y siga ganando apoyos.
Ambas crisis, la económica y la política, están afectando gravemente a nuestra sociedad.
La económica está siendo saldada con duros recortes sociales, con pérdida de derechos, con aumento de la pobreza y la desigualdad social, con grave daño ecológico y con constantes sucesos de corrupción. Es lo lógico que sucede cuando hay una crisis del capitalismo y la gestiona la derecha neoliberal.
El austericidio, el deterioro de las condiciones de vida, la precariedad laboral y la pérdida de derechos causan frustración, alimentan los populismos, el racismo y la xenofobia y son caldo de cultivo para la ultraderecha que está resurgiendo. ¿Nos llaman a un pacto para evitar ésto?, creo que no. Nos invitan a un pacto para salvbar el¿Nos llaman a un pacto para evitar ésto?, creo que no. Nos invitan a un pacto para salvar el sistema y ese sistema, y el régimen que lo mantiene, nos han llevado a la situación de emergencia social que vivimos.
Las llamadas al acuerdo se plantean en términos de «hay que remar juntos». Están consiguiendo que, en este clima de drama social, esté mal visto no subirse al barco.
Yo no me veo facilitando, o apoyando, un consenso que pretenda seguir la política económica actual, que sea obediente al austericidio que sigue reclamando la troika europea. Tampoco me veo en un «pacto» que confirme la pérdida de derechos y el deterioro de los servicios públicos. Prefiero ser acusado de no remar antes que remar en la dirección equivocada.
¿Qué pacto, acuerdo o consenso se puede pedir que no sea para el cese inmediato de las políticas de ajuste, recorte, precarización y desmantelamiento de lo público?.
