Una bandera es un trozo de tela, generalmente rectangular, que se utiliza para identificar. Casas reales y linajes, señoríos, grupos, naciones,…
Las banderas, bueno las pobres telas no, sino el significado que les han dado, están en el origen, y resultado, de muchas guerras, de mucha sangre, de mucho odio. Hay quien dice, el problema es que se lo cree y lo practica, que se defienden con sangre.
Ayer, en Zaragoza, uno de los elementos que ayudó a calentar la cosa, que llamó a las huestes defensoras de la enseña nacional a presionar a los más de 400 cargos públicos democráticos y más de 100 periodistas acreditados que, en el pabellón Siglo XXI, hablaban de fraternidad, de diálogo, de negociación y de una alternativa al callejón sin salida al que nos han llevado los dos independentismos enfrentados, fue que un vocero pepero, concejal para más señas, lanzó la mentira de que «se habían quitado las banderas del pabellón». Inmediatamente los más rancio y casposo «compró» la mentira y, enarbolando la enseña patria, se fue a defenderla.
Baste, como ejemplo de mentira y manipulación esta foto en la que, donde han estado siempre, están las banderas que, evidentemente, nadie quitó
Luego, se pudo comprobar que algunas de las enseñas patrias, lucían un águila imperial en vez del escudo constitucional. En otros eventos, cuando han aparecido las enseñas que identifican al régimen fascista, la gente les ha expulsado. Pero no, aquí no, aquí, además, se juntaron con alguna aragonesa. Parece que el interés común de toda la gente que se concentró a las puertas del pabellón era boicotear el acto de dentro.
Ya se encargaron muchos y muchas, y muchos medios de comunicación, y muchos y muchas tertulianos y tertulianas de señalar que esa asamblea era «un acto proreferéndum catalán». He llegado a ver titulares que hablaban de la «asamblea bolivariana a favor de Cataluña Independiente». Una mentira tras otra.
Lo triste, lo verdaderamente triste y preocupante, es que la noticia han sido las banderas, no lo ha sido que representantes políticos democráticos, respaldados por más de 6 millones de votos, han puesto un poco de cordura, han pedido diálogo y negociación, han reclamado el derecho a decidir en un referéndum pactado y legal.
Está pasando de refilón otro hecho preocupante. El Gobierno, así lo reconocieron los propios mandos policiales que había allí, no podía garantizar la seguridad de quienes estaban dentro del pabellón. No podía hacerlo porque había desplazado efectivos a Cataluña. Es evidente que, por muchos efectivos desplazados a Cataluña, la Delegación del Gobierno en Zaragoza tenía capacidad, y posibilidad, de enviar refuerzos para controlar la situación que generaba la concentración de patriotas, que no dejaban salir a la gente y que llegó a agredir a la Presidenta de Las Cortes de Aragón.
El caso es que no lo hizo, que no identificaron a los «manifestantes que llevaban banderas españolas» aunque era una concentración no autorizada. Lo cierto es que hubo pasividad con la concentración de patriotas. El resultado es que, a las puertas del Pabellón Siglo XXI, se vivieron situaciones más propias del Siglo XX.
Igual que son situaciones propias del siglo pasado, en pleno franquismo, el incautar carteles y folletos, el entrar la policía en sedes de partidos, el prohibir debates y concentraciones, el registrar imprentas,… Está volviendo la época de recortar derechos y libertades y están sirviendo de excusa, y lamentablemente de justificación, la bandera y la unidad de España.