No, por mucho que quieran hacernos creer, no es el pacto con Bildu lo que molesta y cabrea al constitucionalismo español, a las gentes de orden y a los poderes económicos.
No es este el motivo de las facheroladas y la exhibición de patriotismo barato. No va de esto la cosa.
Es verdad, no voy a negarlo y así lo he expresado, que este pacto con Bildu es un tremendo error cometido por un Gobierno. Ni siquiera sirve de excusa el estrés y la presión a la que está sometido. Vale, es un error.
Ha dado argumentos y armas para elevar la tensión y ayudar a su propio desgaste. Pero dicho esto no nos perdamos. Hablemos de lo que se está jugando sin que la mayoría del personal se entere. A veces pienso que ni siquiera el Gobierno, centrado y absorbido por la gestión de la pandemia y por el trabajo parlamentario, se entera.
Vamos a hablar claro, la movida, aunque parezca y nos hagan creer otra cosa, no es de los fachas. Las banderas, las cacerolas y los coches son el trampantojo (trampa del ojo) que disfraza la realidad. Lo que hay es una lucha de los poderes y élites económicas; de las cúpulas y organizaciones empresariales; de los fondos buitres; de los botines y florentinos; de las derechas burguesas de siempre que quieren aprovechar la debilidad del Gobierno para recuperar el poder.
Ya ven que empieza la campaña de este Gobierno está roto, este Gobierno no sabe, Gobierno dimisión.
No les interesa la salud de la gente, ni la gestión de la pandemia. Lo que quieren es gobernar y dirigir la reconstrucción, la nueva normalidad. Ese es el problema. No es el pacto con Bildu. Es la derogación de la reforma laboral lo que molesta y preocupa.
Porque lo que nos estamos jugando es decidir como, una vez controlada la pandemia, se pilota lo que sigue. La pelea es quien, y cómo, decide la ruta y marca el camino.
A mi me parece que eso es lo más serio. No se me escapa, y no debería escapársele a nadie, que el dilema a resolver, dicho de manera clara y para que no haya problemas de entendimiento es el siguiente:
a) La reconstrucción se apoya en la precariedad laboral, salarios bajos, política fiscal injusta, derechos sociales precarizados y servicios públicos privatizados.
b) La reconstrucción se apoya en empleo y salarios dignos, política fiscal redistributiva, derechos sociales para todos y todas, servicios y servicios públicos universales
Este es el debate, por eso saltan las alarmas. Este Gobierno, que llaman rojo y comunista, no gusta nada a los poderes económicos, no le gusta a la derecha casposa y ultra, no le gusta a la iglesia, no le gusta a esa gente acostumbrada a mandar y a hacer lo que se le pone en gana. No soportan que esté Unidas Podemos porque están viendo que, con todas las limitaciones, con todas las broncas internas en el Gobierno, están abriendo la puerta a políticas redistributivas, a políticas anticrisis sociales y porque hablan de un modelo productivo que no se base en la pobreza, en la precariedad, en la desigualdad y en la explotación de trabajadores y trabajadoras.
De eso hablamos, aunque se empeñen en que hablemos de banderas y cacerolas. Hablamos, como siempre, de la lucha de clases. Y en esta lucha de clases hay que tener muy claro con quien te posicionas.