Hoy es domingo y hay un poquito más de tiempo para pararse a reflexionar. Esta semana seguiremos intentando alcanzar esa necesaria convergencia de la izquierda para ser capaces de presentar, juntos, una alternativa creíble y posible al bipartidismo.

Todo el mundo dice que es necesaria pero está resultando muy difícil. Una de las cuestiones que más impedimentos pone es la banalización de la política, la conversión de ella en un producto mediático y de mercado. En una cuestión de líderes, de personalismos, incluso, me atrevo a decir, de modas
Llevamos, mucho tiempo, pero especialmente las dos últimas semanas, en las que las noticias son las «primarias». Todo el mundo, hasta el PAR, se apunta a las primarias. Se habla de personas, de quienes van a competir por estar en las listas en los primeros lugares.
Se justifican en términos tales como «renovación», «regeneración», pero al ver algunas de las ofertas,….. permítanme que lo dude. Se habla de avales, pero…
¿Alguien sabe, o le preocupa, cual va a ser el programa que esas personas van a defender?, ¿el proyecto para el que la candidatura que van a encabezar va a trabajar?.
El tema de las primarias es, también, objeto de debate entre quienes, con más o menos convicción, con más o menos compromiso, con más o menos acierto, intentamos construir la convergencia. El tema de las primarias abiertas ocupa una parte central en los debates.
Yo creo que es fundamental, importante, necesario y, me atrevo a decir, que definitivo el programa. Estoy absolutamente convencido de que, antes de abrir primarias y, desde luego, mucho antes que presentar candidaturas, hay que elaborar, y aprobar, el programa que se obligarían a defender, y a respetar, quienes fueran elegidos o elegidas. Dejar para después el programa me parece un timo. Quien se preste al juego, dicho con todo el respeto, lo hace en el vacío, o por un interés determinado. ¿Estará de acuerdo el elegido o elegida con el programa que tendrá que defender y que, algún día, habrá que hacer?, ¿Es serio presentarse para asumir un compromiso que está, aún, por elaborar colectivamente?. ¿Se hará después el programa a la medida del elegido o elegida o responderá al interés colectivo?. Se utiliza a quienes se les pide que participen en la elección del primero o primera, se entretiene a la ciudadanía y, eso sí, se ocupa el centro del debate.
Pero el debate es sobre personas, sobre perfiles, sobre poses,… No sobre ideas ni programas.
Con este sistema se produce una vuelta al presidencialismo. Las organizaciones políticas quedan fuertemente dependientes del lider, de la cara televisiva, del personalismo mediático. El proyecto colectivo, el trabajo en equipo, desaparece.
Una serie de estudiados Tw y de frases de laboratorio no pueden suplir el programa.
Hemos llegado a un nivel tal de banalización de la política que llega a ser un notición una tocada de culo.
Bueno, perdón por escribir estas cosas en un domingo, un precioso domingo de otoño. Pero me preocupa que la política pueda apoyarse en cosas tan banales como son las hojas que caen en otoño. Son preciosas, amables, da gusto jugar con ellas, pero son efímeras.otoño 2

Me gusta el otoño, y las hojas, pero no se me olvidan los árboles.