Ayer el Teatro Principal de Zaragoza, lleno, a rebosar, rindió homenaje y emotivo recuerdo a un gran poeta aragonés.
José Antonio fue profesor, fue compañero, fue trabajador y fue poeta. Anoche hablamos del poeta, pero cualquiera sabe que los poemas de José Antonio no serían los que fueron sin sus otras tres condiciones humanas.
Su obra dice que siempre fue de la clase trabajadora, de la clase obrera, de esa mayoría social que vive, y sueña la utopía de un mundo mejor y más justo.
Por eso, como poeta y militante, cultivó el género literario que hace más intensa, personal y emotiva, la denuncia de las injusticias sociales: la poesía.
La poesía, gracias a poetas como José Antonio, es un elemento transformador, es como señala Celaya, “un arma cargada de futuro”. Es una herramienta de denuncia y transformación social, es patrimonio de la gente, es un hecho colectivo que José Antonio nos deja.
Su obra es un grito en el momento que la escribe. Nos la da en esos momentos que coinciden con la salida de la noche negra del franquismo y con la llegada de la democracia. De esa democracia que la mayoría silenciosa a la que pertenece conquista con decisión, con lucha y movilización. Su obra es el espejo y altavoz de la vivencia del poeta que desea compartirla. Su obra es la expresión de una actitud ética y de un compromiso respecto a las cosas más graves que suceden en el momento histórico en el que vive, un cuestionamiento permanente de la realidad. La tradición renovada como dicen sus estudiosos. José Antonio, tan solo se pone una exigencia al escribir: ser libre, escribir en libertad, y comprometer su poesía con las causas justas, para defender con palabras acertadas y rotundas a quienes se les calla la voz para denunciar los abusos a los que están sometidos.
Está escrita con un irrenunciable compromiso ético con la verdad y con la justicia social, versos de quienes quieren y reclaman, pan, techo y trabajo. O en palabras más hermosas del gran Neruda: de quienes aspiran a tener escuelas, pan y vino, guitarras y herramientas.
Su poesía tiene un inequívoco sentido de lo social y se pone del lado de los desposeídos.
Su poesía es un ejemplo. Un ejemplo que anoche, con orgullo y humildad recitamos y cantamos. Anoche sentimos los poemas de José Antonio más nuestros que nunca.
Ayer, hoy, siempre. Gracias José Antonio