Como muchos de vosotros y vosotras, estos días, al ir a hacer la compra, me ha recibido a la entrada del supermercado, una persona voluntaria que me ha invitado a participar en la recogida humanitaria para el Banco de Alimentos.

Yo, directa y rotundamente les he dicho que no, que no aporto nada al Banco de Alimentos. ¿Por qué?.pues, en primer lugar, porque creo que los derechos no se recuperan con caridad. En segundo lugar porque no termino de ver claro el tema de estos bancos de alimentos.

La Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL), según su página web,  es una organización sin ánimo de lucro, dedicada a distribuir entre organizaciones dedicadas a la caridad, excedentes alimentarios, así como las donaciones que, en campañas como esta de la que hablo, aportan las gentes de bien.

Sorprende, al menos a mí, que esta ONG tenga una estructura empresarial. Leemos en su web: “La actividad de los bancos de alimentos, como la de cualquier empresa de distribución, exige acudir a suministradores diversos, que en una notable mayoría conscientes de lo que significa la responsabilidad social corporativa colaboran de manera gratuita”. En ninguno de los apartados de su web tiene cabida la solidaridad vecinal o el apoyo mutuo, pero esa es otra cuestión.

Algunas cuestiones. ¿Quien cede esos excedentes y quien colabora?. Los excedentes proceden del Ministerio de Agricultura, que dona parte de los excedentes agrarios que las cuotas de producción europeas obligan a destruir para mantener los precios. ¿No sería más razonable otra política alimentaria que garantizase la comida a la gente  en vez de destruir o donar excedentes para mantener la política de precios del mercado?. Pero ya hablaremos de este tema en otra ocasión.También se nutre de donaciones del Plan de Ayuda a los Necesitados de la Unión Europea, excedentes de las fuerzas armadas, y cosas así. Hay, también, algunos excedentes que aportan las grandes empresas de distribución alimentaria.

Llegados aquí veo lo interesante que resulta para determinadas empresas la colaboración altruista y desinteresada. En principio, las empresas que donan a entidades como el Banco de Alimentos , tienen una desgravación fiscal del 35 % de lo donado, se ahorran el coste que supondría tratar los excedentes (almacenamiento, traslado a centros de la cadena, destrucción de lo perecedero caducado,….) y, además, aparecen como empresas solidarias. Un efecto publicitario gratuito que disfraza otros comportamientos muy discutibles en el terreno de la ética, los derechos laborales, las políticas salariales,….).

Hay otra cuestión. A todos esos beneficios directos se suma el de la propia campaña que se presenta como “gran donación de alimentos”. Casualmente estas campañas tienen unos puntos de recogida de alimentos que están casualmente ubicados en los establecimientos de los grandes almacenes y cadenas de distribución de alimentos. Está demostrado que cada una de estas campañas, en los días que dura, incrementa las ventas de estos establecimientos.

Reina banco alimentos

 

ver a quienes promocionan los bancos de alimentos tampoco me despeja las dudas