Con lo que estamos viviendo en relación con la investidura, en diferido, que nos anuncia Rajoy es imposible no recordar a Groucho Marx.

“Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”. Groucho Marx plasmó con esta frase su pragmática indiferencia.

Desde luego ni Rajoy, ni Rivera, ni los dirigentes del PNV ni los de la refundada convergencia, tienen nada que ver con Marx. Pero son un ejemplo claro de aplicación de su famosa frase.

Durante toda la campaña electoral, tanto esta última como la del pasado 20 D, durante todo el culebrón de la fallida investidura de las elecciones pasadas, se han llenado la boca, unos y otros de palabras y compromisos que, en el caso de los nacionalistas separatistas era mostrar su inquina contra los partidos españolistas que negaban el derecho a decidir y que, en el caso de los partidos de la derecha española era asegurar que nunca jamás pactarían con quienes quieren romper España. Eran sus “principios” incuestionables, plasmados en sus programa y proclamados hasta la saciedad en mítines y medios de comunicación.

Parece que, como “esos principios” no gustaban a quienes tenían que llegar a acuerdos, se han cambiado por otros. El pragmatismo se ha impuesto. La necesidad de llegar al poder y tener sillones, al mejor estilo de “Juego de Tronos”, ha hecho aplicable la segunda parte de la frase de Groucho y, todos, han encontrado justificaciones para esos “otros” principios.

Se vio con la Presidencia y Mesa del Congreso. Hubo 10 votos, anónimos en un principio, que vinieron de las filas nacionalistas (esas que PP y C’s llaman separatistas) que, junto a las abstenciones nacionalistas, dieron la Presidencia del Congreso y tres puestos al PP y 2 a C’s que suman la mayoría frente a los 2 de PSOE y los 2 de Unidos Podemos. Conviene reseñar que, sin los pactos citados C’s no habría tenido ninguno.

Ahora ya se sabe que el pragmatismo iba a producir que, sin cumplir los requisitos del reglamento, el nacionalismo catalán de derechas, que es también independentista, tuviera grupo propio en el Congreso.

Pero, como el nacionalismo catalán, el de derecha y el de izquierda, decidió el pasado miércoles en el Parlament aprobar un “Plan para la desconexión unilateral de Cataluña con España”, el PP y el PSOE, que suman mayoría en la Mesa del Congreso”, decidieron, otra vez con el pragmatismo de rigor, “posponer” la decisión.

Donde ya lo hemos visto ha sido en el Senado. El PNV, con 6 senadores, tiene un puesto en la Mesa del Senado gracias al acuerdo con el PP. Pero hay más. El PNV ha podido formar grupo propio porque 4 senadores del PP se han juntado con los 6 senadores suyos y así han constituido el Grupo Vasco. Los 4 del PP, una vez inscrito el grupo, se vuelven al Grupo del PP.

Esto no es nuevo, se hace por «cortesía parlamentaria», pero es verdad que tan solo se tiene cortesía con quienes interesa.
Al PSOE le interesó en la constitución del senado que surgió del 20 D (Pedro Sánchez intentaba la investidura) y prestó 2 senadores a ERC y otros 2 a Convergencia.
Mariano Rajoy clamó contra ello como puede verse en su propia cuenta de Tw. Ahora es el PP quien presta senadores

Tener grupo propio tanto en el Congreso como en el Senado, supone ventajas económicas y políticas. Los grupos parlamentarios tienen una subvención general de funcionamiento, una ayuda para transporte y una subvención finalista para contratar asesores y personal técnico.

También, tener grupo propio, da derecho a recibir la subvención correspondiente por cada elector/a de cada una de las circunscripciones en las que se haya presentado candidatura.

En el plano político, quien constituye grupo parlamentario tiene garantizada su representación en todas las comisiones, en la Diputación Permanente y voz propia en la Junta de Portavoces así como capacidad para intervenir en todos los debates en igualdad de condiciones; mientras que en el Grupo Mixto hay que repartirse tiempos de intervención y asientos en las comisiones.

Seguiremos pendientes del proceso.

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