Bienvenida sea la iniciativa que ahora presenta el PSOE y que vamos a apoyar. Es muy parecida a la que presentó Unidos Podemos hace un año y que no salió adelante porque, entre otros, el PSOE la votó en contra. Bienvenida sea, repito. Es oportuna la rectificación del PSOE y, por eso, aunque presentemos enmiendas, la apoyamos.
Hablamos de derechos, de derechos fundamentales de la ciudadanía, de uno que es fundamental, de la libertad para decidir.
Por eso, por ese derecho inalienable a decidir libremente, creo que cuando el derecho a la vida está gravemente afectado por unas condiciones de salud extremas e irreversibles, cuando la existencia depende de medios extraordinarios, o de estar conectado/a a máquinas de supervivencia, o sometido/a a estados vegetativos, debemos ser honestos/as y resolver un dilema. En estos casos ¿estamos procurando por la vida? o ¿estamos prolongando innecesariamente la agonía?.
Es entonces cuando, en función del derecho de libertad, la persona afectada debe tener derecho a elegir una muerte digna. Este derecho es inseparable del derecho a una información veraz y rigurosa que, ante una situación irreversible o terminal, permita decidir con el necesario conocimiento de causa si decidimos morir, si renunciamos libre y voluntariamente a una no deseada prolongación de nuestra existencia. Y aquí viene el derecho a morir con la misma dignidad con la que se ha vivido, derecho que significa decidir el momento de nuestra propia muerte con la misma autonomía que hemos tenido en nuestra vida. El concepto de morir dignamente, así como el de ayudar a morir dignamente, debe ser entendido como el respeto a la persona en la elección de cuándo morir.
La vida es un fenómenos natural, no es un misterio trascendente ni es un regalo divino, como quieren hacernos creer.
Las personas somos las únicas dueñas de nuestra vida y, por eso mismo, somos las únicas dueñas de nuestra muerte. Tenemos derecho a que se respete, y proteja, nuestra voluntad de morir voluntariamente cuando estemos vivos o vivas pero sin poder vivir. Porque vivir es hablar, es amar, es ver, y disfrutar, de los días y las horas.
Creo que lo que debe preservar la medicina es el ser humano integral y no su mera existencia vegetativa.
Morir dignamente es más que morir libre de dolor, es más que disponer de los analgésicos y tranquilizantes necesarios, poder morir dignamente es el último derecho que debemos y que podemos ejercer.