No, hoy no escribo sobre esas motos que, a nuestro cargo, han «rugido» en Alcañiz.
Me refiero a esas que nos venden para decir las cosas que hacen, o van a hacer, cuando todos y todas saben, y si no lo saben es que son unos/as irresponsables, que no pueden hacerse.
Viene esto al hilo de ese debate que nos han lanzado sobre el cambio de la Constitución para quitar el aforamiento a políticos. Otro día hablaré del aforamiento, vaya por delante que soy total y absolutamente partidario de que desaparezcan los aforamientos, pero hoy me interesa más demostrar lo inútil de este debate.
Nos dicen, y esa es la única verdad, que para eso hay que cambiar la Constitución. Salen los independentistas y dicen que solo apoyan si, de paso, se introduce el derecho a un referéndum de autodeterminación (como he publicado en más de una ocasión, no soy independentista, pero soy partidario de que pueda hacerse ese referéndum) y sale Unidos Podemos diciendo que solo apoya si se incluye la inviolabilidad del rey (como también es conocida mi posición no la reitero).
Es decir que soy partidario de reformar la Constitución, de acabar con los aforamientos, de que se puedan celebrar referéndums, de que se acabe con la inviolabilidad del Rey y que, de paso, este país deje de ser una monarquía.
Dicho esto pongo los pies en la tierra. Hoy en día es imposible cambiar la Constitución, salvo proceso revolucionario que, la verdad, no veo por ningún sitio o, cambio radical del voto ciudadano en las urnas.
Es imposible porque para cambiarla, tal y como dice la propia constitución, hace falta mayoría de 2/3 en el Congreso y en el Senado y, queridos/as, os recuerdo cual es la composición actual.
Nos «venden» la moto de pretender demostrar que hay «reformas exprés» de la Constitución, y nos ponen como ejemplo el reformazo del Artº 135 que propuso Zapatero y apoyó Rajoy. Poca memoria deben tener algunos/as. En aquel tiempo (Agosto de 2011) entre PSOE (169 escaños) y PP (152 escaños) tenían más de los 2/3 requeridos.

No se pudo someter a referéndum porque la propia constitución, esa que para cambiarla hacen falta las mayorías que señalo más arriba, hace falta un 10% de diputados/as que lo soliciten, y en aquel entonces, tan solo había 29 escaños que no eran de PSOE y PP. No llegaban a los 35 requeridos para ese 10 % que habría posibilitado someter a referéndum el reformazo que nos metió en la senda austericida y que todavía está y nadie parece tener intención de cambiar.
Pedro Sánchez sabe que no va a haber reforma de la Constitución y, una vez más, nos lanza una cortina de humo. Pero también la lanzan los/as independentistas que saben que, hoy en día, la Constitución (la que no hay manera de cambiar salvo proceso revolucionario) «se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles», literal.
Sale también, y eso me molesta más, Unidos Podemos pidiendo que se «quite la inviolabilidad del Rey». Lo que ocurre es que la Constitución que tenemos vigente (la que, una vez fracasado el asalto a los cielos, no se puede cambiar salvo proceso revolucionario o vuelco radical en las urnas a favor de quienes defendemos la «ruptura con el régimen), tiene el Título II de la Constitución relativo a la Corona que incluye la inviolabilidad del Rey.
Una pena el nivel, de verdad. Debates políticos basados en propuestas demagógicas, en mentiras, cuando menos medias verdades, sirven para tapar la inacción ante los graves problemas que siguen afectando a la mayoría social de este país.