Expresé mis dudas sobre los impuestos y licencias que pagan las empresas de los patinetes eléctricos, esas empresas que se lucran gracias al uso gratuito de nuestras calles y aceras. Hubo quien me hacía ver que, a pesar de todo, era de agradecer que la gente tuviera un modo de desplazarse menos contaminante que el coche.
Ciertamente, los patinetes eléctricos ayudan a una movilidad menos contaminante. Pero aunque así sea, que no lo niego, eso no quita para que pongamos las cosas en su sitio.
En este mundo capitalista que vivimos no tenemos que dejar que, con la excusa de ayudar a una movilidad menos contaminante, se haga un negocio, mucho menos deberíamos dejar que se haga a expensas de la ciudadanía y, mucho menos todavía, que sea a base de la explotación de trabajadores/as.
Sobre lo primero. Estas empresas no tienen sede abierta, no pagan locales, ni alquileres, ni tasas, ni impuestos. Utilizan nuestras calles, las que se mantienen con los impuestos que pagamos los/as ciudadanos/as, por no tener no tienen ni siquiera un almacén o garaje para sus vehículos. Están por la aceras, ocupando espacio y, en ocasiones, dificultando la movilidad peatonal que es mucho menos contaminante que un patinete.
Sobre lo segundo, sobre la explotación de los trabajadores. estas empresas, que no tienen sede, ni local, tampoco tienen trabajadores/as en nómina. Sin embargo, para su negocio, tienen un sistema para asegurar que sus patinetes funcionan cada día.
Recurren a autónomos/as que, como todos/as sabemos, corren con sus gastos sociales, les pagan 5 € por la recarga de cada patinete, recarga que hacen en su casa y que, por lo tanto, va a cargo de la factura de la luz que paga cada autónomo/a. Añadan a esto que el/la autónomo/a que recarga debe ir con su propia furgoneta o coche, con lo que paga también la gasolina o el diesel, y el mantenimiento de su vehículo, y el impuesto de circulación de su vehículo, a recoger los patinetes a recargar para, una vez recargados, con su propio vehículo, volverlos a repartir por las calles y plazas para que estén listos de nuevo para su uso. Por supuesto debes hacer esta operación en horario nocturno que es cuando menos demanda hay del patinete.
Con razón estas empresas llaman a sus recargadores/as «juicer» (exprimidor) porque les exprimen a fondo.
En resumen, unas empresas que tampoco sabemos donde tienen su sede fiscal, gracias a la conciencia ciudadana de intentar moverse de una manera más limpia, hacen otro de los negocios del siglo. Todo beneficios.
Y claro que los patinetes pueden aportar mucho a la movilidad urbana en condiciones menos sucias que las que hay, pero yo no discutía, ni discuto, eso. Lo que pido, y creo que deberíamos pedirlo todos y todas, es que esta actividad se regule adecuadamente, se reglamente el uso, las empresas que se lucran aporten como las demás a las arcas públicas y, de paso, exijo (también creo que deberíamos exigirlo todos/as) que no se «exprima» a trabajadores/as.
De paso, y esto no tiene que ver con los patinetes, hago otra reflexión sobre lo que está pasando con el empleo. Son cada vez más los sectores en los que se implantan empleos basados en eso que ahora llaman «economía colaborativa» que no es, ni más ni menos, que recurrir a la explotación indecente de trabajadores/as a quienes se les exige hacerse autónomos/as para acabar siendo subempleados/as.
Pero, vamos, que ya se que el personal no quiere saber nada de estas milongas. Al fin y al cabo son cosas de rojos que siempre están sacando las cosas de quicio. Con lo bien que van los patinetes, y lo cómodos que son, y lo poco que contaminan.

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