Estos días, en los que las sobremesas son largas, una vez superados los típicos tópicos de los mejores deseos de paz, amor y felicidad, llegaba el tiempo de la tertulia acompañada por los consabidos espirituosos y los cavas, catalanes que, mientras no se demuestre lo contrario, son los mejores.
Ya, con eso del cava catalán, empieza a ganar intensidad el debate. Para no ser canso, como se dice por estas tierras, no lo reproduzco porque os lo imagináis.
De allí se pasa a la «actualidad política» y de como la izquierda está tan jodida que no levanta cabeza. Es evidente, pero vamos nadie se para a pensar en los porqués, en las causas, que han llevado el desencanto a las gentes de la izquierda.
La verdad es que, son reflexiones personales mías. En una tertulia navideña, con los excesos, por muy controlados que hayan sido, de ingestas sólidas y líquidas no me parece el sitio adecuado para entrar en un debate serio y constructivo.
No puedo remediar recordar, años atrás, cuando nos movíamos, quienes nos movíamos. Era un planteamiento unitario. Nos jodía que nos explotaran, que nos hicieran trabajar 10 horas incluidos los sábados, que nos pagaran salarios bajos,… No era el problema de tal o cual empresa, de tal o cual colectivo. Era el problema de la clase trabajadora y ahí estábamos.
Ahora no, ahora la gente se cree, es una victoria del sistema, que ya no hay clase trabajadora, salvo que seas el lumpen más marginal. Resulta que la gente se cree que es clase media. Antes nos sentíamos explotados y nos indignábamos y salíamos a la calle. Ahora la gente se siente impotente, cuando no culpable, de la situación que vive.  Les han dicho que esto es así porque no hay otra posibilidad o, lo que es peor, les dicen que les pasa eso por inútiles, por no ser competitivos/as, por no ser emprendedores/as. Se busca la salida individual o gremial, pero nunca colectiva.
La izquierda se pierde con mensajes y etiquetas, tratando de ser referente de los diversos espacios que movilizan a la gente.
Así vemos la experiencia de las mareas, cada una de un color, cada una movilizada por una cosa, pero ninguna movilización global más allá del intento que fueron las marchas por la dignidad. Quienes estábamos en todas, muy pocos y pocas la verdad, veíamos gente distinta en cada una, según el color de la camiseta. El propio color de las camisetas buscaba la diferenciación, como si no fuesen todas las movilizaciones en defensa de algo colectivo como son la sanidad, la educación, la vivienda o el trabajo digno. Pero nunca vimos una marea multicolor
Vemos, incluso, movilizaciones que se dan aislando el problema, por ejemplo la de los/as pensionistas, al colectivo afectado, como si las pensiones públicas no fuera un problema, mayor que para quienes hoy en día somos pensionistas, de toda la clase trabajadora.
Vemos movilizaciones de trabajadores/as por el tema concreto, y puntual, de sus empresas, pero no vemos una movilización general contra el empleo basura y la explotación a la que son sometidos/as todos/as los/as trabajadores/as.
Se diversifica el mensaje para ecologistas, feministas, LGTB, animalistas, …. pero se carece de un mensaje global.
Para mí, y me imagino que para toda la gente de izquierdas, es impensable ser solamente ecologista, o feminista, o animalista, o defensor de la libertad de identidad sexual. Igual que es impensable no defender alguno de estos «istas». Soy todo a la vez y más nos valdría entender que la lucha contra el neoliberalismo la seguiremos perdiendo si vamos cada uno/a en nuestra trinchera.
Ya se, me dirán, que la izquierda ha cometido errores. Cierto, creo que el primero, y más importante, ha sido dejar perder el sentimiento de clase, haber perdido el debate que por tierra, mar y aire, ha lanzado el neoliberalismo.
Lo ha hecho a conciencia, con todo lo que tenía a su alcance, medios de comunicación, reformas laborales, precarización absoluta, pobreza,…
El segundo, uno que se puede remediar, recuperar ideales de lucha y movilización, de resistencia en estos momentos, pero con el horizonte claro de seguir luchando por la mejora de las condiciones de vida de la gente. Recuperar la idea global de movilización de clase contra el enemigo de siempre. De movilización y construcción de mayoría social que trascienda los procesos electorales por cuanto recuperar lo que nos han quitado en estas décadas requiere una lucha organizada y sostenida
El tercero pretender la diferenciación. La izquierda, ya lo sabemos, es plural, pero unitaria. No uniforme pero debe ser capaz de entenderse y anteponer el interés general de la ciudadanía al tacticismo electoral de cada organización. Un error tremendo, sobre todo cuando vemos que la derecha, incluida la ultra, no se equivoca ni se quedan sus gentes en casa a la hora de votar.
Hay tiempo de hablar claro, de reconocer errores, de elaborar discurso de clase, el que se entiende y no se difumina, de apostar clara y decididamente por la unidad de acción junto a la gente y de recuperar a quienes desencantados/as, abrumados/as, aburridos/as, hartos/as,… se quedan en casa y pasan de todo.
Recordad esta imagen de Quino. Siguen ganando los/as de siempre, pero organizados/as, podemos hacer que el resultado sea otro.