Si algo hemos debido aprender, en este momento en el que un virus nos está machacando, es la importancia que tienen los servicios públicos y lo que puede complicarnos la vida, y la salud, un sistema sanitario deteriorado y precario.
Bien, estamos ya en otra campaña del IRPF. Ya ha empezado nuestra declaración de la renta.
Como siempre, el modelo oficial de declaración, ofrece dos opciones para marcar con una X. La casilla para que el 0,7 % de los impuestos vayan a la Iglesia Católica o la que dice que vayan a actividades de interés social. Cabe la posibilidad incluso de marcar las dos, restando así un 1’4% de las arcas públicas.
Hoy más que nunca, creo que hay que reforzar el gasto público que es el que está haciendo frente a la emergencia sanitaria, social y económica que vivimos. Todos y todas podemos hacer donaciones a las entidades sociales o religiosas que consideremos más oportunas, escogiendo la que más nos guste, pero no lo hagamos restando ingresos a la hucha común de todos y todas. Donen, cuanto quieran y a quien quieran, pero háganlo al margen de la declaración de la renta.
La emergencia sanitaria también ha demostrado la importancia de la solidaridad.
Es otra razón más para no marcar ninguna casilla. Debemos ser solidarios/as y responsables.
No se deben derivar recursos públicos a la Iglesia Católica ni a ONGs que tienen actividades consideradas de interés social. Ese porcentaje de nuestros impuestos, gracias a la X, no va para la sanidad, ni para la educación, ni para la dependencia, ni para la policía,…va directamente a organizaciones privadas como son la Iglesia Católica y las ONGs, por cierto varias de ellas vinculadas directamente a la Iglesia.
Recordamos que la Iglesia, gracias al Concordato, ya está financiada mediante dinero público y, además, de manera insolidaria y egoísta, no paga impuestos como el IBI o el ICÍO que pagamos el resto de ciudadanos. Hace evasión fiscal sin necesidad de recurrir a ningún chiringuito financiero. No paga y punto
Añadan las subvenciones que reciben por el mantenimiento de «su» patrimonio (me gustaría que presentasen las escrituras de propiedad) aunque mafiosamente se lo haya apropiado con las inmatriculaciones, lo que les llega vía enseñanza concertada, lo que cobran por los «servicios religiosos» en hospitales y cuarteles y lo que nos cuesta el profesorado de religión que obligatoriamente pagamos entre todos y todas.
Tampoco es trasparente la Iglesia, eso que tanto exigimos a los partidos políticos. Así lo reconoce el Tribunal de Cuentas, al que tanto valor se le da cuando habla de los partidos políticos, que señala claramente la imposibilidad de auditar las cuentas de la Iglesia. (las noticias que inserto son de final de enero de este mismo año)
Los fines de interés social deben ser atendidos por el Estado y deben de tener consignación suficiente en los presupuestos generales. No deben depender de la voluntad, de la generosidad o de la caridad de nadie.
Lo más responsable y solidario es colaborar con lo público que es el sector que atiende los gastos comunes tan necesarios en Sanidad, Educación, Asistencia social, Pensiones, Infraestructuras, etc.
Ahí, a la caja común, es donde deben ir nuestros impuestos.
¡¡No marques ninguna X¡¡