Por encima del ruido, de las sobreactuaciones, del morbo mediático y tertuliano, de las sobredimensionadas informaciones de los enfrentamientos que expertos/as en la provocación protagonizan, la vida sigue.
Al margen de ceses de coroneles, dimisiones de generales, encendidas defensas de jefes de la Guardia Civil, la vida sigue.
Por eso, porque la vida sigue, las medidas sociales que va tomando el Gobierno se van aplicando.
Hoy, se aprobará el Ingreso Mínimo Vital, que será un respiro para 800.000 hogares que viven en la pobreza.
Hoy, viernes 29 de Mayo, por primera vez en la historia de una crisis, 1,4 millones de autónomos/as, cobrarán la prestación extraordinaria por la crisis de la Covid-19, que incluye la exoneración de cuotas a la Seguridad Social de forma temporal y una prestación equivalente al 70 % de la base reguladora.
El coste previsto del Ingreso Mínimo Vital, la «paguita» que dicen despectivamente desde la derecha, es de 3.000 millones. El coste las ayudas a autónomos/as es de 2.600 millones. El coste de los ERTES, de momento, está situado en los 6.000 millones de €. El coste de las moratorias fiscales y del aplazamiento de pago de impuestos alcanza los 26.500 millones.
En total, según cálculo del Banco de España, nada sospechoso de ser rojo, el coste del escudo social, es de 134.700 millones de €. Son datos del mes de Abril porque los de Mayo aún no han salido.
A ese escudo social hay que añadir las peticiones de ayuda que hacen todos los sectores productivos (coches, turismo, restaurantes, bares, industria,…. hasta la iglesia pide ayudas) es la factura que habrá que pagar, además de seguir manteniendo la educación, la sanidad, la dependencia, las pensiones, la policía, las carreteras,…. vamos, además de asegurar el funcionamiento de todos los servicios públicos.
Aquí viene lo serio. Desde la izquierda se propone algo que, aunque es constitucional, en este puñetero país no se ha aplicado nunca. Esa cosa se llama fiscalidad justa, progresiva y directa. Traducido al lenguaje llano, que pague más quien más tiene. No puede ser, por ejemplo, que siga siendo más alto el impuesto para las rentas del trabajo que para los beneficios empresariales, por ejemplo. No puede ser, como otro ejemplo, que incrementos de patrimonio por encima de los 400.000 €, no paguen impuestos.
Por eso, la izquierda del Gobierno, propone un impuesto a las grandes fortunas. La parte socialdemócrata del mismo Gobierno habla de reformas fiscales. En cualquier caso, lo evidente, es que habrá modificaciones fiscales al alza para las grandes fortunas de este país. Por eso las facherolas, por eso se pide «libertad» para seguir sin pagar, por eso se acosa al Gobierno, por eso se ataca, sobre todo, a la parte más roja del Gobierno.
Lo curioso, lo indignante, lo populista, lo insolidario, lo indecente, es pretender rebajar o quitar impuestos. Lo tremendamente preocupante es que esta idea, de no pagar impuestos, la defienden gentes que están siendo beneficiarios/as de las medidas sociales, gente que necesita la educación y la sanidad pública, gente que necesita las becas. La vida sigue, por eso el Gobierno rojocomunistabolivariano, pone en marcha estas medidas sociales a pesar del ruido, de la bronca, de los insultos y provocaciones, de la prensa morbosa y amarilla, de la fauna tertuliana y de la mierda y porquería que salpican las redes.
