Decían ayer, también aquí en este muro, que no hay que fiarse porque ayer, las derechas, no llenaron la Plaza de Colón.
Que mucha de la gente que ayer no fue a la manifestación, luego sí que va a votar.
Pues ciertamente, no nos despistemos. Hay unas elecciones a la vuelta de la esquina.
En estos momentos tenemos una derecha cínica, que dice abominar de la extrema derecha pero que se manifiestan junto a ella. Una derecha ultramontana que miente como bellacos y bellacas. No es cierto que el Gobierno haya aceptado las tesis independentistas. Es mentira que se haya pactado la independencia de Cataluña.
Una derecha asquerosamente insultante. Desde el púlpito que se montaron ayer en Colón se permitieron llamar, entre otras cosas, traidor, felón, irresponsable, okupa y vendedor de la patria y otras lindezas.
Absolutamente cínico, mentiroso y de auténticos traidores, es decir que Pedro Sánchez es un Presidente «ilegítimo». Esta cuadrilla de filibusteros, rebañadores de votos, que se llenan la boca con la Constitución para exigir el 155 permanente y revisable, se olvidan de que la Moción de Censura que sacó a Rajoy de la Moncloa, es plenamente constitucional. La recoge claramente el Artº 113.
No nos despistemos porque lamentablemente este país se está acostumbrando a que se digan estas cosas, se mienta descaradamente, y no pase nada.
A base de tertulócrotas, de prensa poco rigurosa, de noticias inventadas que circulan rápidamente por las redes, nos están acostumbrando a la degradación política, al amarillismo político y al amarillismo mediático.
No nos despistemos porque, como en Andalucía, puede llegar el «trifachito» y eso, además de que le encanta al sistema y al capital, significará que el derecho al aborto será recortado; que las políticas de igualdad serán inexistentes o, como mínimo, minimizadas; el racismo y la xenofobia serán política institucional; los derechos sociales y laborales serán recortados; empeorarán los servicios públicos para poner alfombras rojas a las privatizaciones; las políticas sociales se cambiarán por la asistencia caritativa; el colectivo LGTBI perderá derechos; la memoria histórica volverá a ser una exaltación del franquismo, y volverán las tramas corruptas.
Ciertamente la izquierda está ayudando a la confusión. No es serio que, a tres meses de unas elecciones, sigamos pendientes de si van a ser posibles, o no, candidaturas de izquierda en vez de candidaturas personalistas que son resultados de los egos y de las cuitas internas.
Pero aún estamos a tiempo, tenemos oportunidad de construir candidaturas unitarias de la izquierda y tenemos en nuestras manos nuestro voto para ejercerlo.
No lo olvidemos.